En esta ocasión dedicaremos este espacio a un tema un tanto cuanto informal, pero no menos importante que el de la vez anterior. Tal vez la conexión pase desapercibida entre dichos tópicos, sin embargo, los dos versan sobre la importancia de los vínculos humanos y el encuadre que se le de a los mismos.
La vez pasada hablamos sobre el lugar en cual se debe concertar una sesión de psicoterapia. Discutimos la importancia de contener la privacidad de lo que se habla durante la misma en un consultorio y de no llevarla a cabo en cualquier lugar dada su importancia.
Así, en esta ocasión trataremos algunos, solo algunos de los aspectos que rodean a un tema de vínculos humanos cada vez más frecuente (sino es que ya nos rebasó) y es el que tiene que ver con las “conversaciones” virtuales o chats (propiamente dichos) que hoy en día encuentran espacio en la app conocida como whatsapp, aquella aplicación hoy usada por millones de nosotros en el mundo para “comunicarnos” con otras personas.
Particularmente habremos de observar algunos detalles de los chats que se sostienen con exparejas. Hemos de tomar en cuenta que este comentario no es excluyente. Cuando nos referimos a parejas o exparejas se toma en cuenta que están integradas por personas, sin distinción de género o preferencia sexual. Finalmente, los fenómenos psíquicos no observan diferencia alguna en ese sentido.
¿Escribir a un (una) ex? ¿para qué? Escribir a una persona con la cual sostuvimos una relación romántica/amorosa implica realizar un esfuerzo psicológico importante.
En primer lugar, para “conversar” con un ex por chat debemos disociar. La disociación en este caso es importante, casi que fundamental. Se convierte en el eje rector de la “conversación” que, dicho sea de paso, para empezar, no es conversación, es un chat.
Un chat es un chat, no es un diálogo, no es una conversación. Para ser tal primero, la conversación debe ser cara a cara, los gestos son confirmación de lo dicho, de lo callado también, de los silencios, de los olvidos.
Un chat por lo tanto no es confirmatorio, es por demás alucinante. Ilusorio y por momentos delirante. En un chat imaginamos, proyectamos, pero sobre todo disociamos ¿por qué? Por la simple y sencilla razón de que visualmente no confirmamos nada. En un chat el flujo de mensajes puede parecer torrente, de hecho, lo es, pero carece de fondo, solo es forma, inmediata y repentina forma.
En el chat encontramos “inmediatez”, soluciones fantásticas que solamente imaginamos y por tanto seguimos proyectando, a veces incansablemente.
¿Para qué entonces chateamos con una o un ex? Como diría una colega alguna vez (parafraseando): hoy la tecnología, en particular el uso indiscriminado del celular a todas horas alarga el “cordón umbilical” psíquico (por decirlo así).
El chat es un cordón umbilical virtual de una conversación y pretende sustituir la misma. Si observamos cuidadosamente la consideración de la colega en mención podremos darnos cuenta de que chatear con un ex o una ex nos regresiona.
Así, he tenido oportunidad de leer en algunas redes sociales comentarios donde se plasman las formas más ingeniosas o las más grotescas también sobre como los ex “reaparecen” mágicamente de forma casi instantánea a través del celular en la vida de las personas.
Recuerdo un ejemplo que recién leí en días pasados, el ex apareció mediante mensaje para solicitar a su otrora amada conectarse por FB para que ella a su vez tuviese oportunidad de ver los memes que él publicaba en dicha red social… ¿pues cuántos años tiene ese ex?
Así, el cordón umbilical se alarga, se hace eterno, no existe desvinculación alguna, existe entonces mucha angustia, ansiedad y miedo. Así son los avatares del proceso de separación e individuación del ser humano.
Digámoslo así, la mente de un niño (a) habrá de desligarse, desvincularse de la mente de su madre para poder mirar al mundo por propios ojos, de no ser así, la visión y perspectiva tendrá netamente un carácter cuasi alucinatorio. Entonces ¿qué pasa con el chat? Pues pasa que no se establece ese desligue, esa separación tan necesaria, dejamos de mirarnos y solamente proyectamos y seguimos proyectando en el chat con el ex o la ex.
Pero para proyectar también hay que disociar y mucho, pues ello implica volver ¿de verdad queremos volver a ese estado infantil omnipotente? Es que cuando niños, la mirada de la madre resolvía cualquier incertidumbre, todo el miedo terminaba ahí, no había perturbación alguna que pudiera desestabilizar nuestro mundo y corazón.
Por ello chatear con un ex nos regresiona, lo hace a ese estado infantil pero también tan omnipotente de las cosas, nos llena de poder, de voracidad, pues incluso es ex parece omnipresente.
Interesante cordon ombilical. Vinculo. Dependencia. Con whats.
Coincido.
Falta la voz. El rostro. La presenci. La mirada. Para una conversación.