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Dr. Alfonso Alberto Gómez Prieto

¿Cómo crea un artista? ¿Podemos espiar el proceso que da nacimiento a una obra de arte? ¿Podemos asistir a su engendramiento y a su eclosión? No, evidentemente no. La concepción de una obra de arte es un proceso único e impenetrable. Lo único que podemos hacer es reconstruir mentalmente, en retrospectiva, el momento creador y aún esto último es solo posible hasta cierto punto. Puesto que estamos impedidos de compartir con el artista su acto de creación, lo único que nos queda por hacer es tratar de revivirlo en la imaginación, tratar de sentirlo. A partir de esta premisa los autores de este emotivo texto emprenden un camino que los lleva, a cada uno, a plantear la cuestión de la creación en varios ámbitos del arte.
Cada trabajo de los autores ha sido para mi una especie de ventana que permite a uno mirar el mundo imaginario creado por el artista. Uno puede atisbar el otro lado desde esta ventana, lo que permite una mirada al lector que se ve atrapado en una red de asociaciones que deben ser exploradas. Si podemos comparar, el campo del arte es como una sala llena de espejos o como un túnel en el que el más débil de los sonidos era perceptible a distancia, cada forma y cada sonido es capaz de evocar miles de recuerdos e imágenes. Cada una de estas imágenes y sonidos, sean grandes o pequeños, se amplifican y reflejan en las paredes llenas de espejos a modo de un caleidoscopio que nos da paso a una obra de arte.
Propongo esta metáfora como trasfondo de la línea de lectura que he seguido mientras entraba en contacto con este texto donde el arte toma la forma de un gran sistema de amplificación, una cámara de resonancia en la que reverberan multitud de cosas, ubicadas dentro de un marco que impone límites y crea relaciones.
La resonancia la encontraremos en el mundo interno del autor pero también en el modo en que los distintos trabajos del libro se involucran, en este caso conmigo como lector. El arte se convierte, por tanto, en una especie de juego de salón entre artistas como podremos apreciar en este libro, la belleza del arte es parte fundamental de la comunicación humana puesto que demuestra la existencia de parámetros universales para la operación de la mente que, en cierta medida, deben ser “contagiosos”.
Estas consideraciones me traen a la mente la conclusión de que no es creativa sólo la persona que hace algo nuevo, sino también la que es considerada así por la comunidad. En este sentido, una obra de arte deriva de una negociación entre individuos.
El marco psicoanalítico y la relación psicoanalítica son, a su vez, las ubicaciones específicas de esta negociación, áreas donde pueden estudiarse aspectos del proceso casi microscópicamente. Como observó Winnicott, el psicoanálisis tiene lugar cuando dos personas juegan juntas. Cuando uno de los dos es incapaz de jugar, uno de los objetivos del análisis es permitirle hacerlo.
Una obra de arte puede convertirse en una especie de epifanía, poniendo de manifiesto esta capacidad recién hallada. La experiencia estética parece ser un elemento necesario y específico, aunque sólo dentro de estas circunstancias concretas. El arte, por tanto, puede funcionar como estímulo privilegiado que en ciertos casos es necesario para provocar cambios en el mundo psíquico dentro del marco de un análisis.
Las posibilidades ofrecidas por el estímulo proporcionado por una obra de arte puede a veces sacar a la luz sentimientos o experiencias que de otro modo permanecerían latentes. De hecho, el espectador puede captar muchos más hilos que los que en realidad existen en una obra de arte, incluso puede percibir aspectos que en realidad no son visibles. Más aún, multitud de factores atan cada obra de arte al pasado, al presente, al contexto cultural del artista, y a las percepciones del espectador tal como imaginó el artista; al mismo tiempo, todas las obras de arte alcanzan y resuenan dentro de un sistema de asociaciones distinto del que tenía el artista, y en cierto modo muy idiosincrásico: es decir, el mundo interno del espectador.
Si la pulsión, como afirmó Lacan, puede funcionar como un montaje surrealista en nuestra vida libidinal, ¿no es porque no cesa, día y noche, despiertos o soñando de hacer presente lo real que late en nuestro inconsciente? Ese real libidinal de la condición humana, del encuentro de la lengua y la carne, que nos hace sujetos deseantes y cuerpos gozantes.
Artistas y psicoanalistas, no podemos ya caer en la ilusión de proclamar manifiestos revolucionarios. Pero nos queda un espacio para obrar, no en aras a surrealidades imaginadas como subversivas, sino para hacer algo, contingente, más o menos creativo, con retazos de realidades que nos conciernen, al afectarnos de manera particular, como han conseguido los autores de este libro con su creatividad.
No se queden con el gusanillo de explorar esta bella obra, aquí pueden encontrar un latir libidinal que se abre paso a través de la escritura y donde los autores han conseguido transmitirme a mi como lector algo de sus entrañas. Pueden navegar por las páginas de este libro, y sentir como diría mi querido Miguel Hernández en 1937 que “Los poetas somos vientos del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sentimientos hacia las cumbres mas hermosas”

Dr. Alfonso Alberto Gómez Prieto
Médico-Psicoanalista
Presidente de la Agrupación “Ángel Garma” del Ateneo de Madrid
Vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud del Ateneo de Madrid
Secretario Tercero de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid.
Miembro de la Fundación Europea para el Psicoanálisis
Profesor de Procesos Sanitarios en el MEC.